A mediados del siglo XXI, la humanidad está dividida en dos clases únicamente: los ricos y los pobres. Los barrios de los ricos, en todo el mundo, se encuentran aislados del resto de la población mundial por una muralla de cristal permanentemente custodiada por la policía y el ejército. Políticamente, las opciones oscilan sin medias tintas entre los neocons o nuevos conservadores y los neocoms o nuevos comunistas. Una larga sucesión de desastres ecológicos habidos en el pasado reciente, así como la extraordinaria superpoblación y el agotamiento de los recursos naturales ha provocado que los alimentos básicos se hayan convertido en un lujo al alcance de unos pocos. El resto debe sobrevivir con lo poco que queda, y el racionamiento del agua se ha convertido para ellos en una costumbre.
