Dentro de los anales de los viajes, el XIX quedará como el siglo en que la mujer europea, la británica y gala mayormente, se apresura con inesperada firmeza a conocer mundo; el más plácido y el más inhóspito, el cercano y el remoto, dejando a un lado el que durante tantos años le describieran los libros escritos por el hombre. Viajando, lanza un descomunal reto a la sociedad inmovilista de su época. Es al concepto del viaje como símil de libertad al que se enfrenta; pero, también, a su capacidad y resistencia para arrostrar dificultades y peligros, a veces letales, que sólo parecían destinados a ser soportados y domeñados por el varón.
En la agenda de la mujer viajera, largamente apretada de sueños, rutas y banderas, apareció misteriosa y lejana ANDALUCÍA, para no borrarse ya. Esta es la múltiple historia, repetida y distinta, de la pasión femenina por un país, por una región. Pasión andaluza es la que con un temblor de plenitud, de un ansia redimida al fin, veraz, admirable y sentidamente, recorre estas páginas peregrinas. Puro gozo para el lector que busca nuevas emociones en relatos que, aunque de añeja escritura, son de hoy y de siempre