Segunda parte de la trilogía sobre el encanto de la vida alternativa  que vive Chris Stewart en la Alpujarra granadina. Con el formidable éxito de ventas de Entre limones -el  divertidísimo relato autobiográfico de un joven inglés que, con tal de  no vestir traje y acudir a una oficina, se gasta todos sus ahorros en la  compra de un ruinoso cortijo en la Alpujarra granadina- Chris Stewart  dio comienzo a su célebre trilogía sobre el irresistible encanto de la vida alternativa, en la que los pequeños sucesos cotidianos y la  tranquila observación del espectáculo que supone la actitud del hombre  ante sus semejantes y ante la naturaleza compensan con creces los placeres materiales de una vida normal. Acompañado por su mujer Ana, la pequeña Chloé y un loro algo misántropo  que forma parte del núcleo familiar, Chris relata con su inimitable  estilo las nuevas experiencias que le depara su retiro voluntario del  mundanal ruido. Su relación con los vecinos, los entresijos de la  escolarización en España, el descubrimiento de un plan para construir  una presa que dejaría buena parte del valle sepultada bajo el agua, todo  es motivo de asombro. Y por añadidura, el éxito de su primer libro atrae  a un hatajo de periodistas ingleses interesados en su vida anterior a su  llegada a las Alpujarras: las temporadas pasadas en Suecia esquilando  ovejas en mitad del invierno, su primer contacto con España para  aprender a tocar la guitarra flamenca, su trabajo en un circo y su breve  carrera musical como batería del grupo de rock de su colegio: Genesis. La crítica ha dicho...
«Stewart tiene un talento especial para captar los diálogos, una  curiosidad insaciable, un optimismo contagioso y un plácido sentido del humor a prueba de conspiraciones xenófobas: Beatus ille.»
Babelia «Cuando un autor es tan divertido y modesto como Stewart, uno no se cansa de leer su historia.»
The Times «Stewart nunca es condescendiente, se limita a observar [...] divertido, generoso y amable.»
The Guardian «Stewart nunca pierde el olfato para detectar las buenas anécdotas.»
The Telegraph